Cuando tienes diabetes e hipertensión vives con un miedo constante de sufrir un infarto, insuficiencia renal, ceguera o alguna otra complicación que pueda ser fatal. La diabetes es una carga pesada con la que tienes que lidiar cada día y te impide llevar una vida normal. Siempre tienes sed, te da hambre en cualquier momento, a veces tienes dolor o se te entumen las manos o los pies y cuando te enfermas tu proceso de recuperación es más lento.
Eso no es calidad de vida, y ha sido la mía desde la adolescencia cuando me diagnosticaron con diabetes tipo 2. En mi casa siempre había una botella de refresco -de esas de a 2 litros- para acompañar la comida. Por supuesto, después de comer, no podía faltar el postre y era común ceder ante los antojos dulces.
Así crecí, con la obesidad y la diabetes como mis compañeras de adolescencia. Mi mamá también creció así. Ella murió por consecuencia de la diabetes. La mala alimentación y el sedentarismo fueron los causantes de este mal en mi familia.
Cuando tenía 20 años me convencí de que lo que tenía que hacer era modificar mi alimentación y que eso era suficiente para perder peso y ganarle la batalla a la diabetes. Probé con cuanta dieta me encontraba en línea o me recomendaban amigas o familiares. Intenté corregir mis hábitos, decirle no al pan, a los dulces, al refresco. A todo lo que mis papás nos habían acostumbrado a consumir desde pequeños.
Sin embargo, no fue suficiente. A pesar de que sí perdí algunos kilos, los recuperaba pronto y nunca logré estabilizar mi peso ni controlar los efectos de la diabetes. Seguía sin poder reducir mi dosis diaria de insulina y eso llegó a preocuparme muchísimo.
Investigué mucho y opté por una Manga Gástrica
Buscando otras soluciones, me puse a buscar información sobre la Manga Gástrica. Había escuchado que era una cirugía que ayudaba a perder peso, pero se me hacía algo arriesgado que tuvieran que quitarme un pedazo del estómago. Pedí información en muchos lugares para saber exactamente cómo funcionaba y qué era lo que me harían durante la operación.
Me explicaron que el cambio no es inmediato ni milagroso. Que la Manga Gástrica me ayuda para recibir menos alimento y, por lo tanto, absorber menos calorías; pero que también debía hacer cambios fuertes en mi alimentación y establecer una rutina de ejercicio para lograr perder todo el peso necesario y estar saludable. Lo que más me emocionó de entre todo lo que aprendí sobre esta cirugía, es que, si hacía seguí al pie de la letra las indicaciones médicas y mi nueva dieta, podría llegar al punto de ya no necesitar los medicamentos para la diabetes.
Está comprobado que la cirugía para pérdida de peso es efectiva en el 80% de los casos al reducir enfermedades como la hipertensión, la diabetes tipo 2 o la apnea del sueño.
Yo soy un claro ejemplo de esta estadística. Yo me animé a operarme y te puedo decir que sí funciona. Pasé de la angustia de pensar que además de la diabetes, podría sufrir hipertensión o cardiopatías, a tener la seguridad de saber cómo debo cuidarme para olvidarme de todas esas enfermedades y disfrutar más mi vida.