De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la causa fundamental de la obesidad “es el desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto calórico”. Lo cual significa que tendrás más posibilidades de padecer obesidad si de forma cotidiana consumes más calorías de las que empleas en tu actividad diaria.
Sin embargo, la forma en que el metabolismo de cada uno de nosotros procesa la ingesta calórica, depende de varios factores. Por eso en esta enfermedad interviene tu genética, tus condiciones de salud, tus rasgos hereditarias, el estilo de vida que llevas, la alimentación que elijas, el sedentarismo y tus patrones de sueño, entre otros.
Si quieres prevenir la obesidad es básico que identifiques cuál de los siguientes factores podría detonarla en ti. Así tendrás la oportunidad de hacer cambios en tu estilo de vida para recuperar tu salud o, incluso, prevenir sus síntomas y efectos antes que aparezcan.
Genética
Existen estudios que comprueban que más del 80% de los niños cuyos dos padres son obesos, presentan obesidad. Por otro lado, alrededor del 50% de los hijos con papá o mamá obesa, también son obesos. En el otro extremo están los niños obesos con ambos padres delgados, siendo este grupo el menor con una frecuencia de tan sólo el 10%.
Alimentación y actividad física
No importa la edad que tengas, en cualquier momento puedes estar cerca de padecer obesidad si no cuidas tu alimentación. Sin embargo, cuando los hábitos alimenticios son malos desde la infancia, es mucho más difícil corregirlos y volver al buen camino.
La importancia de una buena nutrición desde temprana edad se ha vueto más evidente durante los últimos años, pues se ha comprobado que los niños obesos generalmente se convierten en adolescentes obesos y dificilmente dejarán de ser adultos obesos.
El grado de actividad física también es un factor directamente relacionado con esta epidemia. A menor frecuencia de ejercicio o actividad física constante, mayor probabilidad de elevar el peso corporal y alcanzar el nivel de sobrepeso u obesidad.
Sedentarismo
Solemos transportarnos en automóviles o en transporte público para llegar a nuestro trabajo, escuela o a cualquier sitio que queramos ir. Usamos elevador o escaleras eléctricas y solemos evitar la escalera tradicional al subir o bajar pisos en cualquier edificio.
Por si fuera poco, los niños actualmente pasan más tiempo sentados frente a la televisión que jugando en el jardín o en un parque. Nuestro estilo de vida implica muy poco movimiento físico, y se vuelve más difícil para nuestro cuerpo quemar el exceso de calorías consumidas.
Psicología
Los trastornos psicológicos como la ansiedad o la depresión son otro factor que fácilmente ayuda a detonar la obesidad. En ocasiones, las personas recurren a la comida como una forma poco saludable para liberar ansiedad o porque padecen de depresión al tener una imagen distorsionada de sí mismos. Otro motivo muy común son los problemas presentes en las relaciones afectivas y/o sexuales y la falta de inteligencia emocional para resolverlos.
Cambio en los patrones de sueño
Los problemas a la hora de dormir pueden aparecer a cualquier edad, tanto niños como adolescentes, jóvenes o adultos pueden padecerlos. Si no descansamos bien, no tendremos suficiente energía durante el día para realizar nuestra rutina y hacer ejercicio. Además, la falta de sueño altera las hormonas que controlan el apetito y, mientras más tiempo pasamos despiertos, mayor cantidad de comida ingerimos.