A simple vista, la obesidad provoca dificultad para respirar cuando realizamos un esfuerzo físico, produce una sensación repentina de fatiga y aumenta el riesgo de sufrir asma alérgica en los más pequeños.
Y ahí no para la cosa, si observamos más a detalle, las consecuencias son mucho más complejas y llegan a impactar directamente al corazón.
El exceso de grasa puede obstruir las arterias e incrementar la presión. Además, puede generar insuficiencia cardíaca, ateroesclerosis, enfermedad coronaria o infartos.
La obesidad también se relaciona directamente con varias enfermedades degenerativas como diabetes, hipertensión, o trastornos hormonales y metabólicos que reducen considerablemente la calidad de vida. Por si fuera poco, se asocia con afectaciones articulares, algunos tipos de cáncer y problemas respiratorios.
Como causa de riesgo vascular, la obesidad se vincula directamente con una posibilidad mayor de presentar angina de pecho, arritmia, infarto u otros problemas del corazón.
Volvamos a la hipertensión arterial, una de las principales consecuencias de la obesidad.
Con la obesidad, el corazón también pierde su figura, ya que afecta gravemente a este órgano, poniendo en riesgo su funcionamiento y provocando serias complicaciones. Seis de cada 10 pacientes con cardiopatía isquémica mueren sin haber presentado síntomas previos.
Por cada diez kilos de peso ganados, la tensión arterial aumenta entre dos y tres mm Hg (milímetros de mercurio) y el corazón se ve forzado a bombear la sangre con más fuerza para que se distribuya correctamente en todo el cuerpo.
Con todo este trabajo extra, la masa muscular del corazón también aumenta para enfrentar ese esfuerzo y entonces las arterias se vuelven más gruesas, haciendo más difícil la distribución de la sangre. Cuando esto sucede, el riesgo de un episodio cardiovascular es muy grande por lo que podría presentarse una angina de pecho o un infarto.
Por otro lado, cuando el tamaño de las paredes del corazón aumenta, existe una mayor probabilidad de alteraciones del ritmo cardíaco y de que el corazón falle produciendo una insuficiencia cardíaca.
La obesidad puede convertirse en un problema grave que puede causar la muerte.
Una de las mejores acciones contra las enfermedades cardíacas es la prevención. Mantener una actividad física constante es clave, así como una alimentación en la que la cantidad de calorías recomendada provenga de los distintos grupos de alimentos. Beber suficiente agua durante el día y evitar la comida basura también son dos excelentes formas de prevención en estos casos.
Recuerda, al vencer la obesidad, también estarás cuidando a tu corazón.